miércoles, 13 de octubre de 2010

Muchos no lo saben y no tienen porque saberlo, pero recientemente he pasado de tener cristales delante de los ojos a tenerlos detrás
Sigo siendo ciega pero con trampas. Un cirujano simpatiquísimo me puso unas lentes simpatiquísimas detrás de mis simpatiquísimo iris y ahora vivo la vida sin un cristal de por medio.
A raíz de esto he descubierto muchas cosas: como que los ojos tienen músculos, que las etiquetas de los champús existen y que nadie ve en la oscuridad total de la noche.

Ha sido un mes de cambios, ahora tengo ojos mágicos, me he teñido de rubia (lo k me produce una despreocupación absoluta de crear expectativas ante mis comentarios), y he renovado todas mis bragas...amén.

En fin, que lo que más me preocupaba de este mes, lo que me quitaba el sueño por las noches, lo que me producía dolor en el alma, era la añoranza de no llevar gafas nunca más. Privarme del derecho de no ver cuando yo quisiera.
Me daba miedo ser esclava de la perfección, porque todos sabemos que este mundo no es un sitio tan bonito como para estar las 24 horas del día observándolo...
Así que en mi viaje en solitario a San Franciscock de 7 horas de guagua, mi mente superpocodesarrollada, y ya bastante rubia, desarrolló este plan para poder no ser una zorra de la nitidez y poder vivir la vida un poco más gaussiana.
Ahora vivo la vida al revés y mencanta.

Mis ojitos nuevos sangrantes y yo nos despedimos.



Photobucket

No hay comentarios:

Publicar un comentario